A todos nos ha pasado, en más de una ocasión, oír una canción en nuestro idioma y sentir cómo todo nuestro cuerpo se estremece. Lo mismo ocurre al oír ciertas palabras, como te amo, o recibir un mensaje de ánimo del tipo ¡vamos! Los traductores siempre nos hemos preguntado cómo influye el idioma en las emociones y, precisamente, de ello hablaremos en este artículo.

El significado emocional del idioma

Tras varios estudios, los expertos han llegado a la conclusión de que las personas somos más emotivas en nuestra lengua materna que en una extranjera. Nuestra lengua materna, esa que aprendimos en la primera infancia, nos brinda unos factores emocionales que nos afectan de una manera u otra en función de cómo seamos cada uno de nosotros.

Por ejemplo, la palabra abuela o yaya hace que nuestros estímulos se activen dependiendo de cómo hayamos llamado desde pequeños a los padres de nuestros padres. Asimismo, hay palabras, como colegio, playa, montaña, sol o verano, entre otros muchos ejemplos, que si nos las dijeran en otro idioma perdería ese encanto que nos transmite decirlas en nuestro idioma y nos lleva, en la mayoría de los casos, a situaciones felices. Por todo ello, por ejemplo, un español y un latinoamericano no siempre tendrán las mismas sensaciones ante algunas palabras.

No todas las palabras llegan al corazón

Podríamos decir que cuando aprendemos un idioma, las palabras nos llegan al cerebro y somos capaces de procesarlas y entenderlas. Sin embargo, tal y como hemos explicado, muchas palabras en nuestra lengua nativa nos llegan directamente al corazón. Ahí, precisamente, es donde se activan siempre nuestras emociones. Por ello, el servicio de los traductores es tan importante, además de para entendernos.

No obstante, debemos tener claro que al aprender idiomas también se activan estas emociones, las cuales están caracterizadas por diversos elementos:

  • Cognitivos: aquellos que determinan el significado de lo que sentimos, es decir, qué percibimos y en qué momento justo apareció esa emoción.
  • Fisiológicos: hace referencia a las alteraciones biológicas que sentimos, es decir, qué sentimos en el cuerpo ante esa emoción.
  • Conductuales: métodos que utilizamos para responder a la emoción. Por ejemplo, dudar, motivarnos o retraernos.
  • Expresivos: cuáles son los signos corporales que utilizamos para expresarnos, como titubear, hablar con un tono más bajo o sonrojarnos.

Hay personas españolas que adoran el italiano, otras el chino y otras el inglés. Es por esto por lo que recomendamos estudiar el idioma que más atraiga a cada uno de nosotros, pero siempre dejar espacio para aprender, es decir, activar los cuatro elementos de los que hemos hablado para dejar paso a las emociones y, en definitiva, a la inteligencia emocional.

En conclusión, tener claro cómo influye el idioma en las emociones es crucial para conocernos un poco más y poder alcanzar más fácilmente nuestros objetivos.